Apuntalamientos en inmuebles históricos dañados por el sismo del 19 de septiembre del 2017
En México el día 19 de septiembre del 2017 ocurrió un sismo de gran magnitud que ocasionó graves daños al patrimonio edificado de la nación. Los inmuebles afectados fueron apuntalados como una medida emergente


En México el día 19 de septiembre del 2017 ocurrió un sismo de gran magnitud que ocasionó graves daños al patrimonio edificado de la nación. Según datos del Instituto Nacional de Antropología e Historia fueron identificados 3,629 de inmuebles históricos y zonas arqueológicas afectados en 11 entidades federativas, entre las que están la Ciudad de México, Morelos, Guerrero, Puebla, Tlaxcala, Oaxaca y Chiapas[1].
Después del sismo, se volvió común observar a lo largo de las ciudades afectadas diversos inmuebles históricos con daños que se percibían a simple vista catastróficos, lo que daba una imagen de desolación e infortunio para los ciudadanos. Especialmente para aquellos que se sentían apropiados del patrimonio perjudicado.
[1] “Entra en su recta final la rehabilitación del patrimonio histórico afectado por los sismos de 2017”, INAH, 20 de septiembre de 2023, en línea https://inah.gob.mx/boletines/entra-en-su-recta-final-la-rehabilitacion-del-patrimonio-historico-afectado-por-los-sismos-de-2017?utm_source=chatgpt.com [consulta: junio de 2025].
Torre campanario del templo de San Lorenzo Tlacoyucan en Milpa Alta, Ciudad de México. Antes del sismo del 19 de septiembre del 2017.
Fuente: Presentación “mayordomía San Lorenzo Tlacoyucan” 2017, YouTube, 11 de agosto 2019, en línea: https://www.youtube.com/watch?v=-PLU8qMiuGM [consulta: junio de 2025].
Torres campanario dañadas por el sismo: un referente de la catástrofe del 19 de septiembre del 2017


Torre campanario del templo de San Lorenzo Tlacoyucan en Milpa Alta, Ciudad de México. Después del sismo del 19 de septiembre del 2017.
Fotografía tomada el 22 de mayo del 2018. (autor desconocido)
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
Las torres campanario de los templos dañados por el sismo del 19 de septiembre del 2017, pasaron a ser un referente de la catástrofe, por sus características estos elementos resultaron visiblemente de los más afectados. Además, las torres campanario no pasaban desapercibidas por estar a plena vista de cualquier persona, haciendo patente la magnitud del daño al patrimonio.
En algunos inmuebles ocurrieron colapsos parciales en las torres campanario como en el templo de San Francisco Tecoxpa en Milpa Alta y en otros la pérdida fue total como en el Templo de Tepetlixpa Estado de México, donde la torre yacía acostada sobre el atrio, junto a piezas colapsadas del templo.


Torre campanario del templo de San Francisco Tecoxpa en Milpa Alta, Ciudad de México. Después del sismo del 19 de septiembre del 2017.
Fotografía tomada el 18 de diciembre del 2018 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
Torre campanario del templo de San Francisco Tecoxpa en Milpa Alta, Ciudad de México. Antes del sismo del 19 de septiembre del 2017.
Los apuntalamientos fueron un método emergente y temporal para atender a los inmuebles dañados por el sismo




Torre campanario del templo de Tepetlixpa, Estado de México, después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia la torre colapsada sobre el atrio del templo.
Fotografía tomada el 20 de enero del 2020 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
Templo de Tepetlixpa, Estado de México, después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia la sección donde se encontraba la torre campanario antes de colapsar.
Fotografía tomada el 20 de enero del 2020 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
El gran número de inmuebles dañados por el sismo del 19 de septiembre del 2017 obligó a las instituciones competentes a tomar medidas de emergencia para evitar que los daños se agravaran aún más. Por ello, se llevó a cabo el registro de los inmuebles y sus daños. A su vez se determinaron los puntos de acción más adecuados para cada uno de ellos, priorizando la estabilidad estructural.
La intervención que fue propuesta para la mayoría de los casos fue el apuntalamiento de aquellos elementos que visualmente se percibían en riesgo de colapso o que comprometían la estabilidad estructural de los inmuebles como arcos fajones, arcos truinfales, vanos, jambas, muros, cupulas y bóvedas.


Templo de San Juan de Dios, Ciudad de México, durante trabajos de apuntalamiento después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el apuntalamiento de la torre campanario.
Fotografía tomada el 20 de noviembre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
Templo de San Lorenzo Tlacoyucan en Milpa Alta, Ciudad de México. Después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia la torre campanario con un apuntalamiento elaborado con elementos de madera.
Fotografía tomada el 18 de diciembre del 2018 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
El criterio y método para apuntalar dependió en gran medida de la empresa que realizó los trabajos


Templo San Francisco del Mar Pueblo Viejo, Oaxaca, durante trabajos de apuntalamiento después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el apuntalamiento de un dintel desprendido en la fachada principal.
Fotografía tomada el 19 de octubre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.


Templo San Francisco del Mar Pueblo Viejo, Oaxaca, durante trabajos de apuntalamiento después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el apuntalamiento de un arco fajón, del cual se asegura que su clave no colapse.
Fotografía tomada el 18 de octubre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
El criterio para apuntalar varió entre un inmueble y otro, en primera instancia porque que cada uno representó un caso único e irrepetible, con fábricas, métodos constructivos, dimensiones y condiciones diferentes que fueron atendidas de acuerdo con las necesidades que requirieron. Sin embargo, esto también dependió del criterio que cada empresa aplicaba, por ello se podían apreciar distintos procedimientos de apuntalamientos en un mismo elemento como pueden ser arcos fajones o arcos de vanos de accesos.
Lo que fue evidente es que la mayoría de los inmuebles se apuntalaron con madera siendo polines, barrotes, duelas y vigas los elementos predominantes en dichos trabajos. En algunos casos se utilizaron andamios de metal como fue el caso del Templo de Santa Catalina en el Centro Histórico de la Ciudad de México. No obstante, sea cual fuera el material y procedimiento utilizados el objetivo siempre fue el mismo, mantener la estabilidad de los elementos estructurales.




Templo de San Juan de Dios, Ciudad de México, durante trabajos de apuntalamiento en la torre campanario después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el apuntalamiento de un arco que pertenece al primer cuerpo de la torre campanario.
Fotografía tomada el 16 de noviembre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
Templo de la Santa Veracruz, Ciudad de México, durante trabajos de apuntalamiento en la torre campanario después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el apuntalamiento de un arco de la torre campanario.
Fotografía tomada el 16 de noviembre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
Los apuntalamientos temporales, en muchos casos se mantuvieron en su lugar por años, esperando a que los inmuebles dañados por el sismo del 19 de septiembre del 2017 fueran restaurados
A pesar de que los apuntalamientos fueron una intervención emergente y temporal para evitar mayores prejuicios en los inmuebles dañados por el sismo del 19 de septiembre del 2017, y que estos pudieran ser restaurados de manera satisfactoria. Los apuntalamientos se mantuvieron en su lugar por años esperando una intervención que permitiera su retiro. Por ejemplo, el templo de San Lorenzo Tlacoyucan en Milpa Alta estuvo apuntalado por más de 5 años.[2]
El tiempo prolongado que los apuntalamientos realizados con elementos de madera estuvieron instalados ocasionó que perdieran su acuñamiento y se aflojaran, debido a que la absorción y liberación de humedad ambiental provocó cambios en sus dimensiones. Aunado a que la gran demanda de polines, barrotes, duelas y vigas ocasionada por la necesidad de apuntalar inmuebles dañados por el sismo del 19 de septiembre del 2017, provocó los escases de dichos elementos que llevó a la comercialización de madera verde, es decir, madera que no estaba completamente seca, propensa a disminuir su volumen, deformarse o arquearse conforme se secaba.
[2] Marco Antonio Martínez, “A 5 años del 19s: quedan 96 iglesias por reparar”, La Silla Rota, 19 de septiembre de 2022, en línea: https://lasillarota.com/metropoli/2022/9/18/anos-del-19s-quedan-96-iglesias-por-reparar-392868.html [consulta: junio de 2025].
Diversos son los inmuebles históricos dañados por el sismo del 19 de septiembre del 2017 que, en junio del 2025, es decir ocho años después de su afectación, continúan esperando una restauración que permita devolverles su uso. Tal es el caso de nueve inmuebles de propiedad privada en Atlixco Puebla,[1] cuyos vecinos y transeúntes están preocupados por el riesgo de colapso que representan.
Lo anterior invita a debatir sobre la importancia de que las instituciones atiendan activamente el patrimonio de propiedad privada y no solamente el de propiedad federal, municipal y estatal, dado que la memoria que guardan los inmuebles históricos es propiedad de todos los ciudadanos y su pérdida afecta en la misma medida que la pérdida de cualquier inmueble histórico gubernamental.
La Asociación Civil Resonancia Patrimonial busca apoyar a inmuebles de todo tipo a lograr su restauración y conservación por medio de proyectos que logren su sustentabilidad financiera en el largo plazo, involucrando la ayuda social en cada caso.
Algunos inmuebles apuntalados continúan esperando su restauración desde el sismo del 19 de septiembre del 2017




Templo de Santa Catalina, Ciudad de México, durante trabajos de apuntalamiento después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el apuntalamiento de un arco fajón.
Fotografía tomada el 21 de noviembre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
Templo de Loreto, Ciudad de México, durante trabajos de apuntalamiento después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el apuntalamiento de un arco fajón.
Fotografía tomada el 21 de noviembre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.


Templo de la profesa, Ciudad de México, durante trabajos de apuntalamiento después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el apuntalamiento de un muro en la pinacoteca.
Fotografía tomada el 24 de noviembre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.


Templo San Francisco del Mar Pueblo Viejo, Oaxaca, durante trabajos de apuntalamiento después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el apuntalamiento de un arco fajón.
Fotografía tomada el 18 de octubre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
¿Estamos preparados para un nuevo sismo como el que ocurrió del 19 de septiembre del 2017?
Los apuntalamientos en inmuebles históricos dañados por el sismo del 19 de septiembre del 2017, fueron instalados rápidamente entre uno y cinco meses después del desastre natural, los templos de la Profesa, San Juan de Diós, La Santa Veracruz, Loreto entre otros en el centro histórico de la Ciudad de México, estaban siendo apuntalados entre noviembre y diciembre del 2017. Mientras que templos en el Istmo de Tehuantepec como San Francisco del Mar, Niltepec y El Espinal, se apuntalaron desde octubre del 2017.
Estos apuntalamientos fueron efectivos para mantener la estabilidad de los elementos afectados, para evitar que los daños se agravaran con el tiempo y para prevenir el colapso de las estructuras. No obstante, su prolongado uso, sin ningún mantenimiento que reforzara o remplazara piezas disminuyó su efectividad.


Templo San Francisco del Mar Pueblo Viejo, Oaxaca, después del sismo del 19 de septiembre del 2017. Se aprecia el colapso de una sección de su fachada principal.
Fotografía tomada el 4 de octubre del 2017 por Hector Perea.
Colección de Resonancia Patrimonial A.C.
¿Los apuntalamientos en inmuebles dañados por el sismo del 19 de septiembre del 2017 funcionaron adecuadamente?
La experiencia del sismo del 19 de septiembre del 2017 evidenció no solo la vulnerabilidad sísmica de muchas regiones del país, especialmente en el centro y sur de México, sino también la falta de protocolos específicos para la atención de inmuebles históricos dañados por un evento de esta naturaleza, a pesar de que México es ampliamente reconocido como un país sísmico, hasta ese momento no se habían desarrollado lineamientos claros que indicarán las acciones a seguir antes, durante y después del sismo.
En cuanto a la preparación para enfrentar un nuevo sismo de esa magnitud, México ha avanzado parcialmente, pero la preparación sigue siendo desigual y limitada, especialmente en lo que respecta al patrimonio histórico. La Secretaría de Cultura a través de su Programa Nacional de Reconstrucción, ha trabajado en la evaluación y restauración de cientos de inmuebles históricos afectados, no obstante también hubo aquellos que no fueron atendidos, sobre todo inmuebles históricos de propiedad privada.
Sin embargo, persisten importantes desafíos. Existe una falta de recursos económicos, y estrategias comunitarias de protección del patrimonio cultural. En muchos casos, los trabajos de restauración no han incorporado medidas de mitigación sísmica efectivas, sino que han replicado técnicas tradicionales sin análisis estructural actualizado.
No estamos completamente preparados para un nuevo sismo de magnitud similar al de 2017, particularmente si consideramos la protección del patrimonio cultural. Aunque se han realizado esfuerzos importantes en algunos frentes, la vulnerabilidad estructural, la falta de mantenimiento preventivo y la ausencia de planes integrales de gestión del riesgo en sitios patrimoniales representan una deuda pendiente. La protección del patrimonio ante desastres naturales no puede quedar relegada: es una parte fundamental de la memoria histórica y de la identidad de las comunidades.